¿Qué es el Trauma? Es un suceso, o una serie de sucesos que acontecen en la vida de un sujeto y que se caracterizan por su intensidad, la imposibilidad del individuo para responder adecuadamente, y por las secuelas patógenas que deja en el aparato psíquico. Se trata de acontecimientos para los que el sujeto no está en modo alguno preparado a reaccionar y se defiende patológicamente, no con defensas normales; ya sea reteniendo el afecto o reprimiéndolo.

En los comienzos del psicoanálisis, Freud creyó que la descarga o abreacción del afecto sería suficiente para la cura, pero luego descubrió la inexactitud de esta creencia.

De hecho, en los pacientes que han sufrido intensos traumas, como violaciones, secuestros, consecuencias de una guerra, que he tenido la oportunidad de analizar tanto en Argentina como en España, he descartado la posibilidad de que con las descargas de afecto sea suficiente a efectos de la curación.

El paciente que sufre una neurosis traumática, puedo afirmarlo junto a otros autores, se cura gracias a la transferencia con el terapeuta. La transferencia es el vínculo, positivo o negativo que el paciente crea con su analista, volcando en él y canalizando afectos y huellas de su pasado. El analista pasa a ser como la madre, o el padre, o los hermanos, o los tíos, etc.

Esto no significa que la abreacción, la descarga, no sea importante: de hecho es indispensable, pero es insuficiente. La transferencia positiva sublimada es lo que da pie a la elaboración del trauma, dentro del vínculo con el terapeuta. Entendemos por “transferencia positiva sublimada”  un tipo de vínculo amoroso pero no sexualizado con el analista, donde las intervenciones de éste son poco a poco toleradas y elaboradas junto a las interpretaciones.

Es muy importante, además, la actitud de la gente de alrededor del paciente: por ej. sería patógeno que no toleren sus descargas y sus llantos, sus momentos de no querer hablar o de necesitar imperiosamente de comunicación, es decir, la paciencia que le tenga el entorno al paciente.

El trauma es como “un cuerpo extraño” que el paciente tiene que ir digiriendo paulatinamente, poder sentirse en un vínculo donde sea escuchado y pueda hablar de aquél con libertad. La transferencia, que es esencialmente la relación con el analista, posibilita ésto y la simbolización consiguiente del hecho traumático hasta que sobrevenga la cura.

En éstos casos muchas veces he acudido a entrevistas de familia o vinculares, que son muy eficaces, porque hacen comprender al entorno como ayudar al paciente, como vincularse con él, no dejar la verdad en el silencio, no negarla (que es otro de las frecuentes maneras patológicas de reaccionar), etc.

Dejamos aquí de lado, por razones de espacio, el tema del trauma sexual, que es universal para Freud y Lacan.

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