La normalidad psíquica completa no existe. Universalmente hablando, y más allá de las patologías, todos somos un poco neuróticos, todos tenemos que cuestionarnos algo de nuestro mundo interior, siempre hay algo que no anda del todo bien. Y esto es debido, como dice el Dr. Jacques Lacan, a que no somos seres completos. La incompletud es nuestra condición, también el deseo insatisfecho.

No olvidemos que según el filósofo alemán Heidegger, somos “un ser para la muerte”; y ésto nos afecta más allá de que creamos o no en Dios. Por otra parte, estamos castrados, como lo antedicho, somos incompletos.

Para Freud, el deseo busca siempre el paraíso, una satisfacción que nunca encontrará y que, en realidad, nunca encontró. Esto lo podemos leer en su trabajo”Proyecto de una psicología para neurólogos”.

Por otra parte, según Lacan(continuador de Freud y psicoanalista francés ya fallecido) la sexualidad es siempre traumática: nos marca el trauma, no hay un ser hecho para otro.

Pero Freud da una definición muy acertada, según nuestra opinión del principio de realidad (que es lo que marcaría lo que llamamos normalidad psíquica), dice que es: “el rodeo que tiene que dar el deseo para alcanzar la satisfacción”, la tolerancia a la no inmediatez.

Esto no quiere decir que la felicidad no exista, si no que existe junto al dolor. Un dolor de existir que es completamente normal.

Freud decía que el secreto de la normalidad psíquica, consiste en “amar y trabajar”. Agreguemos que también consiste en no esperar un mundo ideal, una familia ideal, un ser ideal, una pareja ideal, unos hijos ideales,etc.etc. Es decir, es muy importante la caída de las idealizaciones y aceptar las miserias del mundo y de nosotros mismos y los que nos rodean. Aceptar las diferencias, tan odiadas y rechazadas por los neuróticos, los perversos, los psicóticos y los fanáticos.

Una dosis de amor por sí mismo (la autoestima, el narcisismo atemperado) es positiva, pero un exceso de egoísmo o altruismo llevan a la enfermedad.

No hay un concepto de salud mental, es relativo.

Hay síntomas que no se curan nunca y sin embargo, esa persona puede tener una vida plena. Existe, por períodos, la plenitud.

Es muy importante para la salud mental, no estar demasiado alejado de los ideales y metas que el sujeto se ha propuesto. Pero siempre y cuando estos ideales no sean inalcanzables; si lo son, hay patología.

También es muy de destacar la tolerancia a la frustración y a los límites: cuanto más tolerante sea un sujeto, más sano va a estar.

La capacidad de reflexionar (que el psicoanálisis promueve) lleva al sujeto a la salud, a la realidad, también a despertar la imaginación (otra cosa que el psicoanálisis promueve). No nos referimos a las racionalizaciones o rumiaciones, si no al pensamiento que conduce a buen puerto.

La cultura y la creatividad, son otra de las fuentes de donde extraer salud.

Un exceso de represión va a ser siempre fallida y va a producir enfermedad; pero una represión bien instalada y analizada produce salud, y más aún el mecanismo de defensa que Freud llamó sublimación: la canalización de los deseos en el amor, el trabajo, la creación y la cultura.

Agreguemos, por último, que hay que aprender a renunciar, pero no a resignarse.

 

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