María Callas, griega, nació en Nueva York en 1923 y murió en París en 1977.

De extraordinario talento vocal y apasionada del bel canto fue conocida como «la divina» también por su talento actoral y su vocación por la ópera.

Su voz de un amplio registro y gran técnica le permitió interpretar roles de soprano ligera y otros muy dramáticos donde, para nosotros destaca con creces en su «toda la fiesta al templo» de «Rigoletto», y con colaratura en el «Barbero de Sevilla».

El gran amor de su vida (aunque estuvo casada con otro hombre) fue Aristóteles Onassis, quien comenzó haciendo su fortuna en los puertos de Argentina.

Era hija de inmigrantes griegos que llegaron a EEUU en 1923, el padre era farmacéutico.

Tras la separación de sus padres viajó a Grecia en 1937 y comenzó su formación en el Conservatorio Nacional de Atenas.

Nunca se sintió querida por su madre y pensaba que sólo era para ella un sostén económico, tal vez ésto la haya marcado profundamente.

El debut profesional de María Callas fue en febrero de 1942 en el Teatro Lírico Nacional de Atenas, con la opereta «Boccaccio».

El primer gran éxito fue con «Tosca» en 1942 en la Ópera de Atenas.

Tenía un carácter fuerte y su voz era bellísima, aunque algunos críticos dicen que tenía un timbre metálico que no podía remediar con su técnica: para nosotros su voz era impecable.

Su clamoroso éxito fue con «Tristán e Isolda» en Venecia.

En 1949 actuó en el Teatro Colón de b Buenos Aires con «Turandot», «Aída» y «Norma» (tres óperas bellísimas).

Su voz cayó en declive, en parte, debido a la tortuosa relación y abandono del magnate griego Onassis.

Para los que amamos la Ópera , María Callas, representa una figura inolvidable.

Pero ¿qué es la voz para el psicoanálisis?

En el Seminario 11 Lacan plantea la voz como objeto causa del deseo, como objeto pequeño «a», alrededor del que gira la pulsión llamada invocante que sólo busca satisfacción en su propio recorrido, no en un fin último. La voz representa un deseo del Otro, dirigido al Otro.

Pero no se canta sólo por la pulsión, se canta por el deseo que es uno (la pulsión es parcial).

Más tarde, para Lacan, la voz tendrá un estatuto más primordal: la voz del hablante es el correlato de la cadena significante, por eso cuando grabamos nuestra propia voz no nos reconocemos en ella, el hablante no se reconoce en su propia voz.

La pulsión es llamada invocante, porque es una invocación del Otro.

Por supuesto estamos hablando de toda voz humana, marcada por el significante, la voz de una María Callas es un absoluto privilegio, marcado también por el significante.

Casi todos ustedes la deben haber escuchado alguna vez, pero si no se han detenido, háganlo, vale la pena, ya que pocas veces la vida ha dado cantantes inolvidables como ella.