Josefina Robirosa nació en Buenos Aires en 1932 en el seno de una familia bien acomodada y creció en el Palacio Sans Souci de Lomas de San Isidro.

Es una de las mujeres más destacadas de la pintura argentina, habiendo sido Directora del Fondo Nacional de las Artes.

Estudió con Basaldúa y Elizabeth von Randall.

En 1954 emprendió un viaje a Europa , de estudios, y provenía de búsquedas abstractas con rítmicos grafismos sobre superficies casi monocromas.

Dentro de la extensa obra de ésta exquisita pintora, que experimentó diversas modalidades, se destaca una época cinética lindante con el op-art, en la que logra la conjunción de la figura humana con las franjas geométricas de color que producen un efecto visual de alabeo de la superficie.

A partir de unos sugeridos paisajes en los que su destreza pictórica se despliega con más libertad ha ido ganando más independencia, y , al mismo tiempo, rescatando aquel gestualismo gráfico para el que está especialmente dotada.

En nuestro título hablamos de fertilidad de la líbido y es que ésta gran artista tiene una obra por demás prolífica, fruto de la alta capacidad de ella para sublimar su erotismo.

También, cabe señalar, se destaca por su ética en el sentido psicoanalítico del término (llevar el deseo hasta sus últimas consecuencias, como dice Lacan en su Seminario 7) ya que no es una pintora que copie, que reproduzca modelos anteriores, sino completamente singular y original.

Recibió 5 premios, sin duda, bien merecidos, aunque tendría que ser más conocida en el exterior del país.