Se trata del primer aporte destacado de Lacan a la teoría psicoanalítica y es de enorme importancia, ya que Freud no lo había descubierto y constituye una reflexión a la que Lacan va dar importancia a lo largo de todo su desarrollo psicoanalítico.

Propuso este concepto en el XIV Congreso Psicoanalítico Internacional de Marienbad en 1936 y en 1949, aparece una versión reescrita.

El “test del espejo” fue desarrollado en 1931 por Henri Wallon, psicologo francés, aunque Lacan atribuye el descubrimiento a Baldwin.

Se trata de una experiencia que permite discriminar al infante humano del chimpancé, su mayor semejante.

El niño de 6 meses difiere del chimpancé porque queda totalmente fascinado por su imagen ante el espejo y lo asume con alegría como su propia imagen , en tanto que, el chimpancé, entiende inmediatamente que la imagen es una ilusión y pierde el interés por verla inmediatamente.

El concepto lacaniano va mucho más allá del “test del espejo” y representa la manera de cómo se constituye la subjetividad.

A comienzos de la década del 50, Lacan ya no considera este estadio como un momento de la vida del niño ( entre los 6 meses y los dieciocho), sino que lo considera representativo de una estructura permanente de la subjetividad: el paradigma del Orden Imaginario.

¿Porqué Imaginario? Porque el niño aún no ha logrado la completud neurológica de su cuerpo y a cambio, la imagen, le devuelve algo completado, he ahí lo ilusorio y porqué Lacan lo ve como el paradigma de todo lo imaginario en el ser humano.

Es un estadio en el cual el sujeto es permanentemente captado y seducido por su propia imagen.

Es relevante que El Estadio del Espejo constituye la formación del Yo a través del proceso de identificación con la imagen especular, de ahí que para Lacan, el Yo sea la sede de todo engaño, de toda captura imaginaria (se nota en el enamoramiento por ejemplo); lo que esconde la imagen del espejo, y luego el Yo, es el Cuerpo Fragmentado, que por ejemplo se hace palpable en los síntomas del esquizofrénico, que puede sentirse fragmentado, a pedazos.

Este contraste entre la completud de la imagen reflejada y el cuerpo fragmentado , es sentido por el niño , como una rivalidad con su propia imagen (que luego se trasladará a la siempre eterna rivalidad con el semejante) porque la completud de la imagen amenaza al sujeto con la fragmentación.

De tal modo, el estadio del espejo suscita una tensión agresiva, agresividad inherente al humano; el sujeto se identifica con la imagen, esta identificación primaria con lo semejante constituye el Yo.

La alegría que siente el niño por la completud ilusoria, puede combinarse con un momento depresivo cuando el niño se compara con la “omnipotencia” materna, que ella, adulta al fin, tiene el dominio de su cuerpo.

De este modo, y a diferencia de la Escuela Psicoanalítica del Yo, Lacan viene a decirnos que el Yo es el lugar del desconocimiento por excelencia del sujeto y donde éste se aliena a sí mismo.

Para concluir, podemos decir que para Lacan la alienación del hombre encuentra su raíz en esta anticipación imaginaria a una imagen completa cuando el niño todavía no lo es; y no se sale nunca de esta alienación, siempre en el humano hay una porción de autoengaño y de engaño al semejante.