El psicoanálisis pone especial acento en el mecanismo de base de las psicosis (esquizofrenia, paranoia, psicosis maníaco-depresiva, hoy llamados bi-polares), ese mecanismo es el repudio, para Freud y la forclusión o preclusión para Lacan. Consiste en un rechazo absoluto de la realidad, en un “no ha lugar” para la realidad: el orden simbólico que diferencia fantasía de realidad está desorganizado y apenas desarrollado en la locura.

En la esquizofrenia hay una escisión del pensamiento, los afectos, y unas alucinaciones de base sobre las cuales se asienta un delirio o serie de ellos no estructurado, desorganizado.

En la paranoia, sobre la base de unas alucinaciones, se pone en marcha la sistematización de un delirio muy bien organizado, en el cual el mecanismo de proyección (poner en los otros algo que es del propio mundo interno) predomina.

En la psicosis maníaco depresiva destaca la abismal alternancia entre estados maníacos (despilfarrar dinero, objetos, personas, etc.) y depresivos (amenaza o actuación del suicidio).

El psicoanálisis da especial importancia a la forma que adquiere la transferencia en la locura: es débil, inmediata y masiva, pudiendo “pegarse” el paciente a las personas o persona del analista o abandonarlo sin más. Pero algunos analistas lacanianos y también de otra escuela, la de Palo Alto, han descubierto que con una gran paciencia y buena predisposición del analista, se puede revertir este modo de transferencia y con muchos años de análisis convertirse en una transferencia positiva normal, con lo cual el paciente no solo no se cronificaría (como ocurre con el encierro en los hospitales psiquiátricos) sino que se podría curar y convertirse en un neurótico.

Respecto al mecanismo de base, que Freud llamó repudio, tras el rechazo absoluto de la realidad, ésta vuelve a imponerse en una restitución que es la alucinación. Como hemos dicho, el delirio se organiza alrededor de la alucinación.

Si bien los psicofármacos son indispensables para su tratamiento (aunque es muy difícil convencer al paciente de que los tome) no son suficientes: hay que ayudarlo con psicoterapia.

Los de la escuela de Palo Alto en Estados Unidos, lo hacían también mediante el trabajo en granjas y con el apoyo, de ser posible de la familia del enfermo. La actitud de la familia es fundamental en éstos casos: si es de colaboración, el paciente tiene muchas más posibilidades de curarse, por eso recomendamos la terapia familiar, además de la individual (yo misma lo he hecho, con buenos resultados, en muchos casos). En la familia está el germen de la enfermedad, además de la sociedad que lo ha marginado y lo seguirá marginando. Cuando la familia, en cambio, segrega al enfermo, hay que ponerlo enseguida en contacto con otra gente: amigos, colegas u otros pacientes como él.

Para algunos psicoanalistas las psicosis no se curan, pero esto es altamente cuestionable, ya que se han visto muchos casos en los que sí surge la curación. Lo mismo ocurre con la opinión de los psiquiatras, de ahí el nacimiento del movimiento que se llamó Antipsiquiatría presidido por Laing y Cooper, que sostenían que la causa de la psicosis o locura era psico-social; y por lo tanto, reversible.

En apoyo a esta idea vamos a decir, que para el psicoanálisis las estructuras son móviles (neurosis, perversión y psicosis), por lo tanto reversibles: la mas altamente estable es la perversión.

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