Olga Orozco nació en La Pampa en 1920 y murió en Buenos Aires en 1999.

Se recibió de maestra en la Facultad y más tarde integró el grupo literario surrealista Tercera Vangurdia al que, entre otros, pertenecían Oliveiro Girondo y Ulises Messera.

Fue actriz y trabajó en el periodismo, dirigiendo varias revistas literarias.

Recibió numerosos premios como poeta argentina de una fina inteligencia.

El poema que vamos a transcribir es de un poemario de 1998 “Eclipses y Fulgores” de Editorial Lumen.

 

 

 

Con esta boca, en este mundo

 

 

 

No te pronunciaré jamás, verbo sagrado,

aunque me tiña las encías de color azul,

aunque ponga debajo de mi lengua una pepita de oro

aunque derrame sobre mi corazón un caldero de estrellas

y pase por mi frente la corriente secreta de los grandes ríos.

 

Tal vez hayas huído hacia el costado de la noche del alma,

ese al que no es posible llegar desde ninguna lámpara,

y no hay sombra que guíe mi vuelo en el umbral,

ni memoria que venga de otro cielo que encarnar en esta dura nieve

donde sólo se inscribe el roce de la rama y el quejido del viento.

 

 

Y ni un solo temblor que haga sobresaltar las mudas piedras.

Hemos hablado demasiado del silencio,

lo hemos condecorado lo mismo que a un vigía en el arco final,

como si en él yaciera el esplendor después de la caída,

el triunfo del vocablo, con la lengua cortada.

 

 

¡Ah, no se trata de la canción, tampoco del sollozo!

He dicho ya lo amado y lo perdido,

trabé con cada sílaba los bienes y los males que más temí perder.

A lo largo del corredor suena, resuena la tenaz melodía,

retumban, se propagan como el trueno

unas pocas monedas caídas de visiones o arrebatadas a la oscuridad.

Nuestro largo combate fue también un combate a muerte con la muerte, poesía.

 

 

Inteligentísimo y bello poema, singular y diáfano sobre lo que es la poesía, como escritura en el tiempo y combate a muerte con la muerte, lo que en psicoanálisis llena el vacío del ser que anticipa la muerte real.

La escritura, como bien señala Orozco es palabra en el tiempo, un tiempo que se nos escurre a cada instante, un tiempo que queremos retener para que nuestro vacío no se torne insoportable junto a la conciencia de la muerte.

Tomemos este verso: ”Hemos hablado demasiado del silencio”…… verso paradojal el silencio como muerte pero al que le hemos puesto muchas palabras, lejos del silencio: Hemos hablado mucho….

Se refiere a otras cosas de las que hemos hablado mucho, las pérdidas por ejemplo, lo que trata en general la poesía y no se cansa de tratar y de escribir, como combate contra el vacío y la muerte, como un modo de la sublimación, como un discurrir de nuestras fantasías y quimeras: ”He dicho lo amado y lo perdido”, dice Orozco, sabiendo cuánto sobre el amor y sobre la pérdida trabaja la poesía.

Este “combate a muerte a muerte con la muerte..” nos recuerda el tema de La Voluntad de Poder en Nietzche, una lucha a muerte por lo que se desea, por alcanzar el Ideal, que Freud va a retomar después en su obra siguiendo a Nietzche.

El poema le hace honor al título del libro ”Eclipses y Fulgores” y al trabajo con el lenguaje en general, a la poesía en particular.

Para la inteligente Orozco , la palabra da la vida.