Teresa nació en Ávila, España, en 1515 y murió en 1582.
Entró al Carmelo a los 18 años y junto con San Juan de la Cruz introduce la reforma carmeliana, fundando varios conventos e instruyendo a muchas religiosas.
Fue una mujer relativamente inculta para los parámetros de su época(no lo sería para la nuestra) , ya que escribió sólo en castellano, pero con una sencillez, falta de exageración que impresionan y que dejaron una larga huella.
Dejó una Autobiografía y otros escritos, entre ellos muy hermosos poemas.
Sufrió persecusiones dando testimonio en sus obras de un gran vigor y recogimiento.
Fue nombrada Doctora de la Iglesia y posteriormente santificada.
Vamos a transcribir aquí un bello poema suyo, para luego analizarlo, dice así:
Soneto a Jesús crucificado
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves ,Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido
muéveme ver tu cuerpo tan herido
muéveme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera
que aunque no hubiera cielo ,yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera
pues aunque lo que espero no esperara
lo mismo que te quiero te quisiera.
Es un poema ejemplar y bellísimo, que nos habla de la incondicionalidad de su piedad y de su amor a Jesús y a Dios.
Para el psicoanálisis, con Freud, la piedad, en el ser humano tiene una gran importancia, ya que es el dique de contención del placer en el dolor infringido al semejante, es decir: la piedad es el dique contra el sadismo humano.
Freud lo plantea en su texto tan clave como es “Los tres ensayos para una teoría sexual”; allí habla del pudor como el dique de contención del exhibicionismo, la piedad como contención del sadismo, etc.
Pensamos que este poema habla del amor también, un amor incondicional, que no espera recompensa, y en este sentido Santa Teresa es revolucionaria en la Iglesia, porque da una visión que se ajusta a los primeros cristianos, a la palabra de Cristo, incondicional en su amor y sacrificio.
Por último queremos hacer notar el gran talento de esta poeta española, ya que el soneto es impecable.
«No me tienes que dar porque te quiera
pues aunque lo que espero no esperara
lo mismo que te quiero te quisiera.»
Lo mismo, falla…
Un soneto para el escándalo de muchos, particularmente en su época ya que se atreve a dudar de la existencia del cielo y el infierno. Es muy hermoso y depurado.
Interesante el comentario análitico, gracias.
Bello poema e interesantísimo análisis !!
Han pasado más de 500 años y este poema sigue siendo vigente y una belleza; además revulsivo para una época tan cerrada. Me gustó mucho la disquisición de Freud en los tres ensayos y las asociaciones del artículo. Felicitaciones.
La sublimación del deseo en la encendida poesía de esta mujer. Cuenta también como acto transgresor el dudar de la existencia del cielo y del infierno.La piedad, ese misterio…