Teresa de Cepeda y Ahumada, conocida como Santa Teresa de Jesús o Teresa de Avila nació en Avila en 1515 y murió en 1582.

Fue la fundadora de las Carmelitas Descalzas y gran escritora española.

Se la considera, junto a San Juan de la Cruz , la cumbre de la mística experimental cristiana.

Su padre se opuso a que fuera monja, y entonces Teresa dejó la casa paterna y entró en 1533 en el Convento de la Encarnación, en Avila hasta 1534.

Su salud era precaria y llegó a estar dos años paralítica.
Luego se recuperó y empezó a fundar, en distintos poblados y ciudades de España conventos de las Carmelitas Descalzas y a escribir de una forma ardiente y mística sus hermosos poemas y sus libros.

Hemos escogido, para su comentario un bellísimo poema suyo:

Coloquio amoroso

Si el amor que me tenéis,
Dios mío, es como el que os tengo,
Decidme: ¿ en qué me detengo?
O Vos, ¿ en qué os detenéis?

-Alma,¿qué quieres de mí?
-Dios mío, no más que verte.
-Y ¿qué temes más de tí?
-Lo que más temo es perderte.

Un alma en Dios escondida
¿qué tiene que desear,
sino amar y más amar,
y en amor toda escondida
tornarte de nuevo a amar?

Un amor que ocupe os pido,
Dios mío, mi alma os tenga,
para hacer un dulce nido
adónde más le convenga.

Sobresaliente la delicadeza del poema y el apasionamiento. Podría ser un poema escrito para un amante, pero no, es un poema lleno de misticismo, de ese misticismo del que el psicoanalista francés, seguidor de Freud, J. Lacan habla en su seminario XX, llamado Encore, es decir, «Aún».
Lacan retoma los versos de San Juan de la Cruz y de Santa Teresa, para analizar lo que él denomina el goce femenino, que no hay que confundir con el orgasmo femenino, sino que es un goce exclusivamente místico.
El goce femenino como goce del Otro en el no-todo, es decir lo contrario a la Uniformidad, es un goce de excepción, goce de Dios.

La experiencia mística como goce de Dios en donde el Otro es un no-todo. Este es el goce de los místicos.

Para Freud el goce de los místicos se reducía a un goce del Ello.

Por esto Lacan más tarde hablará de lo femenino como excepción, en San Juan también y esto no tiene que ver con ninguna supuesta homosexualidad sino con una posición inconsciente femenina que se da en los hombres y en las mujeres.

Este bellísimo poema tiene el don, además, de ser muy original y vigente, tal vez debido a su singularidad.

Recomendamos la lectura de la obra de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz, ya que éste se destaca por su hermosísimo poema «La noche oscura del alma».