Ante todo, vamos a decir que una psicoterapia es un método clínico para solucionar desórdenes psíquicos de todo tipo.

La psicoterapia psiconalítica es un método terapéutico que toma las fuentes del psiconálisis, pero no necesariamente utiliza el diván como lo hacía Freud.

Además no promueve, como el psiconálisis clásico tradicional, una intensa regresión a la infancia.

Sin embargo, comparte con el psiconálisis el hecho de que no se trata de una sugestión (seducción por la vía de la sumisión a la figura de autoridad) , la psicoterapia procura no seducir al paciente, sino todo lo contrario: des-alienarlo.

Si bien es cierto que la transferencia (vínculo del paciente con el analista) está vigente en la psicoterapia, ésta se interpreta, así como también las mismas interpretaciones.

En la psicoterapia , Freud aconseja tener el mismo respeto por el síntoma que en el psiconálisis, este no se aborda directamente, sino que se rastrea el conflicto inconsciente que hay detrás de él.

La psicoterapia trata del análisis de los conflictos inconscientes así como también de las fijaciones libidinales inconscientes (oral, anal-uretral, fálica).

Es menos prolongada que el psiconálisis clásico ya que no busca una regresión completa del paciente para encontrar la cura de la neurosis infantil que lo determinó, se asienta más en el presente y en el futuro del paciente, aunque también, transferencia mediante, hurga en el pasado para ubicar aquellos deseos inconscientes infantiles indestructibles.

Al igual que en el psiconálisis, la psicoterapia busca hacer consciente lo inconsciente mediante el levantamiento de la represión secundaria, para producir un reordenamiento de los contenidos psíquicos que ya no produzca síntomas en el paciente. Si bien es cierto, que tras la curación, encontramos vigente un cierto monto de angustia (necesaria para la movilidad de la vida) y de insatisfacción, ya que como decía Freud el deseo humano es un deseo por definición insatisfecho.

El cara a cara, mantiene al paciente en cierto estado de alerta que hace que el trabajo de la “asociación libre” (decir del paciente de todo lo que piensa en ese momento sin censuras) no sea tan profundo como cuando se utiliza el diván.

La contrapartida de la asociación libre del paciente es “la atención parejamente flotante” del analista.

El analista escucha atentamente al paciente dándole el mismo valor a todo lo que aquel va diciendo, hasta encontrarse con algo que se repite e insiste en ser interpretado.

Lo fundamental es que en la psicoterapia el analista “pone palabras” a los “no dichos” del paciente, cosa que lo lleva a reflexionar y a tomar consciencia de sus dificultades. La palabra calma la violencia y es des-alienante cuando es una palabra plena, comprometida, no una palabra vacía o engañosa.

El analista, en las primeras entrevistas le pide al paciente que “asocie librmente”, es decir, que no deje interrumpir el hilo de su discurso por la vergüenza, la mentira, el silencio o la culpa.

A veces, muchas veces, el paciente teme ser juzgado o regañado por analista, ya que proyecta en él figuras infantiles que lo educaron, el analista se encarga de tranquilizarlo, ya que el terapeuta no ésta para juzgar la vida del paciente, el analista no es un juez. Lo que no quita, que se preocupe por volver al paciente a su juicio de realidad.

Al igual que el psicoanálisis ortodoxo, podemos concluir que la psicoterapia psicoanalítica se apoya sobre todo en la transferencia, vínculo que establece el paciente con al psicoanalista y la interpreta sólo cuando es imprescindible, para evitar una repetición, o una confusión del paciente.