Hay básicamente dos formas de maltrato: el psicológico (ataques a la autoestima, burlas, ironías hirientes, insultos, agresión verbal, etc.) y el físico (palizas, empujones, agresiones físicas de todo tipo).

En el debate sobre éste tema tan en boga, se habla también del hombre maltratado, y por supuesto que los hay, como en el film “De la vida de las marionetas” de Ingmar Bergman, donde se trata de un abuso constante de maltrato por parte de una mujer a un hombre, su marido.

Sin embargo, si optamos por hablar de la mujer maltratada, es porque estadísticamente, en todo el planeta, es lo que predomina y llega hasta el asesinato de la víctima.

Lo primero que hay que desbaratar es el prejuicio, tan corriente, de que la mujer maltratada es una masoquista. Desde luego no lo es, ya que su goce no pasa por el dolor y la humillación.

La masoquista busca una pareja sádica con la que gozar , es su elección de objeto.

Pero la mujer maltratada se encuentra como en un estado hipnoide frente a su maltratador. Le cuesta, al principio descreer de las promesas de éste de que nunca más va a ocurrir, y descreer del supuesto amor apasionado y celoso que éste le tiene.

La mujer maltratada es una crédula, a la que hay que ayudar a que pierda su credulidad y su sugestionalidad, porque está bajo el poder de sugestión de su maltratador. Como en la hipnosis, ella no puede despertar de su sueño de un amor idílico y que cambie, y que vuelva a ser lo que fue.

Con el tiempo se resiente el amor por si misma, su autoestima, como se suele decir, se desvaloriza cada vez más y puede llegar al terror y a perder su dignidad por ese terror.

Está encerrada en un circuito de : maltrato, pedido de perdón, otra vez maltrato y promesas de cambio que nunca llegarán.

El psicoanalista tiene que estar advertido sobre el hecho de que si la mujer no se atreve a presentar la denuncia de maltrato en la Comisaría de la Mujer, corre peligro su integridad, su vida y la de sus hijos.

Por lo tanto lo primero que hay que trabajar, es el terror a presentar la denuncia, a que ella confíe en que puede ser ayudada por profesionales y tal vez , por parte de su familia.

El maltratador es como un Amo: la tiene hechizada con sus engaños, y hay que trabajar para que salga de esa posición subjetiva inconsciente.

También hay que hacerle ver, que para sus hijos, si los tiene, es preferible una separación que la exposición contínua a ver como su padre maltrata a su madre.

Queremos plantear aquí que es mucho más difícil demostrar el maltrato psicológico, que es tanto o más dañino que el físico, pero un psicoterapeuta puede ayudar en este caso, así como un psiquiatra.

Por último añadir que debería haber una Ley que proteja al hombre maltratado, ya que hay casos de mucha gravedad y muy dañinos: mujeres sádicas que se ceban con su partenaire e incluso llegan a darle vuelta su situación, a decir que el maltratador es él.

Nos queda en el tintero el maltrato a los niños y niñas, pero es otro tema, solo vamos a añadir, que este tipo de maltrato está como “naturalizado”, como si pegarle a un niño fuera algo normal y desde luego la educación no pasa por los golpes, sino por el diálogo al nivel del niño y la puesta de límites.