Samuel Taylor Coleridge (1772-1834), poeta, crítico y filósofo inglés, junto con su amigo el poeta William Worsworth, fue uno de los fundadores del Romanticismo en Inglaterra.

El poema Kubla Khan es uno de los más importantes de la Historia de la Poesía y la Literatura, inspirado en un sueño producido por el opio, y después de leer una biografía del Gran Kan del Impero Mongol Kublai Khan.

El poema fue compuesto en el otoño de 1797 y tardó mucho en ser reconocido en su exquisitez y en ser publicado: lleno de ritmo, belleza, originalidad y musicalidad.

 

Vamos a transcribirlo aquí:

 

Kubla Khan o la visión de un sueño

 

 

En Xanadú, Kubla Kan

se hizo construir un espléndido palacio de recreo;

por cavernas inmensurables para el hombre,

hacia un mar sin sol.

Dos veces cinco millas de suelo fértil

se cercaron de muros y torres:

había jardines que replandecían con arroyos sinuosos,

y donde florecían muchos árboles de incienso;

había bosques, tan viejos como las colinas,

que envolvían prados verdes y soleados.

Mas, oh, ¡ aquella sima romántica y profunda que

sesgaba

la verde colina a través de un manto de cedro!

¡Un lugar salvaje!¡Tan santo y tan encantado

como cualquiera

donde, bajo la luna menguante, se

apareció

una mujer lamentándose por su amado demonio!

Y esta sima, que hervía en incesante estruendo,

igual que si respirase la tierra con resuellos hondos y

agitados,

brotó en un momento un poderoso manantial:

en mitad de cuya repentina e intermitente explosión

saltaron enormes fragmentos, como granizo que rebota,

o como el grano al separarse de la paja bajo el mayal

del trillador:

y en medio de las danzantes rocas, de súbito y para

siempre,

surgió en un momento el río sagrado.

Formando meandros durante cinco millas, con

laberíntico curso,

discurría el río sagrado, a través de bosques y valles;

alcanzaba luego las cavernas inmensurables para el

hombre,

y se hundía tumultuoso en un océano sin vida:

¡ y en medio de ese tumulto, Kubla oyó a lo lejos

voces ancestrales que profetizaban guerra!

 

La sombra del palacio de recreo

flotaba en mitad de las olas,

donde se oía la cadencia mezclada

del manantial y las cuevas.

un soleado palacio de recreo

¡ Era un milagro de rara invención,

un soleado palacio de recreo con cuevas de hielo!

 

Una muchacha con un dulcémele

ví, cierta vez, en una visión:

era una doncella abisinia,

y, tocando su dulcémele

cantaba acerca del monte Abora.

 

Si pudiera revivir dentro de mí

su armonía y su canción,

me llenaría de tan profundo deleite

que, con su música alta y prolongada,

construiría ese palacio en el aire,

¡ aquel palacio soleado, aquellas cuevas de hielo!

Y cuantos escucharan los verían aparecer,

y todos exclamarían:¡ Cuidado, cuidado!

¡ Sus ojos refulgen, su cabello flota!

Tejed un círculo a su alrededor tres veces

y cerrad los ojos con temor santo,

pues él se ha alimentado de rocío de miel,

y ha bebido la leche del Paraíso.

 

 

Un poema aún vigente, bellísimo y sutil, exquisito y casi mágico.

Nos habla de un goce perfecto que en psicoanálisis se considera mítico, un paraíso que para el ser humano, y desde el comienzo de su vida, jamás existió.

Un goce completo, cuando lo que caracteriza al hombre es la incompletud.

Un lugar donde nada falta, cuando la falta o carencia es constitutiva en los humanos.

Un lugar al que la droga promete llevar pero que en realidad no se puede alcanzar.

Es el lugar de la alucinación de un goce completo y perfecto, al que el opio acerca a Coleridge y también el sueño.

Solo alucinatoriamente se alcanza ese goce, pero con el fondo de angustia de toda alucinación o que toda alucinación dejará después.

J. L. Borges tiene un escrito sobre “El sueño de Coleridge”, que recomendamos, así como la obra de este gran artista y enorme poeta que tanto tuvo que esperar para ser reconocido por sus contemporáneos: Coleridge.

Un poema inolvidable e imperecedero, que rompe con toda la tradición pre- romántica.