Fernando Antonio Nogueira Pessoa nació en Lisboa el 13 de junio de 1888 y murió en la misma ciudad el 30 de noviembre de 1935.

Vivió en Durban, Africa del Sur, de 1896 a 1905. Educado en colegios de habla inglesa, escribió sus primeros poemas en éste idioma.

Entre 1913 y 1914 empieza a escribir sus primeros poemas en portugués. Su obra es profundamente innovadora de la literatura portuguesa y se desdobló en tres estilos literarios: uno espontáneo y expresivo, otro dedicado a la perfección semántica y léxica y, el tercero, inclinado a la estética.

Hay en su obra un equilibrio extraordinario entre emociones y razón, como en el poema que hemos elegido para analizar.

Es uno de los escritores portugueses más reconocidos de la historia y una figura a destacar en la literatura europea del siglo XX.

Transcribimos un bello poema extraído de una Antología póstuma:

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No quiero rosas mientras haya rosas.
Las quiero cuando no las pueda haber.
¿Qué he de hacer con las cosas
que puede cualquier mano tomar?

Sólo quiero la noche si la aurora
la diluye en azul y rosicler.

Lo que mi alma ignora
es lo que quiero poseer.

¿Para qué?…De saberlo, nunca haría
versos para decir que no lo sé.
Siento a mi alma pobre y fría…
¿Con qué limosna la calentaré?

Para el psicoanálisis el deseo humano es imposible, ese es su límite, y en estado de desesperación sufre una regresión al pasado buscando algo imposible: un paraíso que jamás existió.

Para Pessoa, véase los dos primeros versos del poema, también el deseo es imposible, y eso lo lleva a sentirse perdido y a sentir su alma “pobre y fría”; se pregunta “¿Con qué limosna la calentaré?” y parece que esa limosna es la poesía, el acto de escribir, y así sublimar ese imposible del deseo.

La poesía como consuelo a un imposible que nunca puede alcanzarse y a un vacío que nunca se puede llenar del todo.

La sublimación como salida del peligro de quedar atrapado en lo imposible, persiguiéndolo infructuosamente.

Sublimación del deseo inconsciente que evita la regresión tópica del deseo, es decir, en otras palabras: evita caer en la alucinación de un deseo que se cumple.

Los sueños, decía Freud , son cumplimientos imaginarios del deseo pero nunca cumplimientos reales, eso es lo imposible y la sublimación opera como límite al deseo y su imposible perseguido.

Se trata de una cuestión estructural del psiquismo humano: hay un imposible deseado que jamás se alcanza, ni siquiera con la alucinación, pues esta puede tornarse terrorífica o terrible.

Creemos que este poema de Pessoa conlleva un alto grado de reflexión acerca del mundo interior del ser humano y también un alto grado de emoción ante ese desgarro del ser. Por esto, es un gran poema, como tantos de él.