Melanie Klein, psicoanalista inglesa de la que Freud llegó a conocer parte de su obra, basó sus teorías en las observaciones sistemáticas de lactantes, el psicoanálisis de niños muy pequeños, adolescentes y adultos. Recomendamos su libro “Envidia y gratitud, emociones básicas del hombre” porque consideramos que contiene observaciones aún hoy , muy valiosas para la práctica clínica.

Ella cuestiona el “Falocentrismo” de Freud, ubicando la envidia como una emoción básica muy temprana, que aparece desde el nacimiento, producto de los instintos de muerte de base, para ella, fundamentalmente constitucionales en el sujeto.

Freud le cuestiona a ella, que la envidia del pene está en el centro de la comprensión del complejo de castración de las mujeres y marca el paso al Edipo femenino, y que la envidia masculina no es tan importante.

Lacan recoge mucho del pensamiento kleiniano, pero dice que hay que entenderlo como dentro del Orden Imaginario y comparte casi todas las observaciones de Freud en cuanto a que el Falo hace entender la formación de la personalidad y los complejos de castración y de edipo en ambos sexos.

Volvamos a Klein.

Klein remonta la envidia a la relación más temprana con la madre, como envidia del pecho, que el infante ve como poseedor de todas las cualidades y el cuantum de envidia es constitucional; solo en parte la madre, con su intervención hará que el bebé sienta el pecho bueno, como aquel que satisface sus necesidades, y el pecho malo, como aquel que las frustra, la causa de la envidia esta en el interior del infante y no tanto en la actitud de la madre. Esta división entre pecho bueno y pecho malo, da lugar a una posición psíquica que Klein ubica entre el nacimiento y los tres meses, y que llama Posición Esquizo-paranoide, donde las pulsiones sádico-orales y sádico-anales del bebé son proyectadas en el pecho materno según si satisface o si frustra: la madre es vivida como un objeto parcial, como un pecho.

Solo a partir de esa edad y hacia los seis meses, el bebé va a notar que los dos pechos pertenecen a una misma persona, y va a sentir una persona total que si lo ha satisfecho más que frustrado va a dar lugar a la llamada Posición depresiva, con la gratitud concomitante ( que también es de base constitucional) y la culpa por haber querido dañar con su envidia a la madre.

Por supuesto que Klein diferencia la envidia como un sentimiento de ataque a un objeto que se desea ser o tener y , los celos, es muy diferente, porque interviene un tercero y, tienen que ver con el amor y no con la destrucción como la envidia.

La posición depresiva supone un duelo por algo que el niño creyó un objeto parcial pero que es total, y por el daño que se quiso causar a la madre, esta posición va declinando con el tiempo y si hay una fijación aquí, puede ocurrir la psicosis maníaco-depresiva o lo que ahora se llama bipolares. En cambio, la fijación a la posición esquizo-paranoide, puede dar lugar a la esquizofrenia o a la paranoia.

Para Klein también hay una envidia del pene, pero a diferencia de Freud no la ubica en una posición central.

A diferencia de Klein, para Lacan no hay “Objeto Total”, la madre nunca es un objeto total. Para Lacan el hombre y la mujer se relacionan siempre con una parcialidad, esta es una diferencia fundamental entre las dos teorías.

Otra diferencia importante es que para Klein puede haber una relación de amor libre de ambivalencia, donde ambos sexos se complementen perfectamente; mientras que para Lacan, eso es imposible ya que la sexualidad es siempre traumática y no hay una complementariedad libre de ambivalencia entre los sexos.

Hay muchas diferencias más, pero señalamos algunas.

No sólo es muy valioso el aporte de Klein a la teoría psicoanalítica por como trabaja el orden imaginario, sino también, el de sus colaboradoras como p.ej. Susan Isaacs con su importante trabajo “Naturaleza y función de la fantasía”, donde explica que en el origen de la fantasía , siempre hay un núcleo de realidad, entre otras cuestiones.

Volviendo al sentimiento de gratitud en Klein, lo define como un derivado de la capacidad de amar y su origen deriva de las relaciones más tempranas con la madre.

Klein ve también el origen de las diversas neurosis en las fijaciones menos intensas (que en la locura) a las posiciones esquizo-paranoide y depresiva.

Por último, vamos a decir que la teoría kleiniana sigue siendo fuente de importantes aportes para el conocimiento de la personalidad y para la tarea clínica, sobre todo, para la interpretación de las fantasías del paciente que pueden lograr su curación.