Cécile Chaminade fue una enorme compositora de música clásica que nació en París en 1857 y murió en Montecarlo en 1944.

La artista comenzó a estudiar música con su madre, más tarde, con Félix Le Couppy, Savart, Martin Marsick, y Benjamin Godard.

Fue muy precoz, a los 8 años ya interpretó piezas ante Bizet, el autor de la ópera Carmen.

Dió su primer concierto a los 18 años y su fama fue creciendo a lo largo de toda su vida, aunque no ha llegado a ser tan conocida por la gente de la calle.

Escribió principalmente piezas para piano, canciones hermosas de salón, así como «concertinos».

Fue altamente productiva, de gran fertilidad y singularidad, y su música suele ser bellísima y casi siempre romántica.

Vamos a tomar como ejemplo (que pueden escuchar en youtube) el Concertino for Flute and Piano, delicado, sobrio y con un dejo de pureza que lo hace original.

Al escuchar este Concertino sentimos la impresión de alguien que rememora y reflexiona serenamente, y, a veces, con momentos de alegría,tristeza, cuestionamiento y exabruptos, siempre dentro de la sensación de rememoración.

En el texto freudiano «Recuerdo, repetición y elaboración» dice Freud que recordamos para olvidar mejor, y, además, para no volver a repetir. Hay que tener en cuenta que repetir es imposible, pero hay un mecanismo psíquico que Freud estudia que es la compulsión a la repetición, la tendencia a querer repetir, incluso cosas penosas ( como sucede en el trauma, por ejemplo).

La rememoración, para Freud, es la solución a ésta intención repetidora y la puerta abierta al olvido profundo, aunque siempre quedarán en el inconsciente las marcas del pasado. Pero ya no se transformarán en síntoma.

El concertino que elegimos de esta eximia compositora trata de esto: de la rememoración, con sus variantes y pliegues. Pensemos que la música calma, nos hace recordar y olvidar a su vez.

No se lo pierdan.