Cayo Valerio Catulo nació en Verona, Italia, (Imperio Romano), en el año 87 antes de Cristo y murió en Roma, en el año 57 antes de Cristo.

Hijo de una familia muy influyente, su padre era amigo de Julio César a quien Catulo despreciaba tal vez por su forma de escribir.

Perteneció al círculo de los poetas que Ciserón llamaba con desprecio neotéricos, que se caracterizaban por una gran afición a la poesía griega alejandrina de Calícamo y también a cultivar una lírica refinada y concisa, con mucho cuidado por el acabado formal.

Es conocido su gusto por la poeta griega Safo.

Se enamoró de Clodia una mujer muy bella y licenciosa, casada con el gobernador de la Galia Cisalpina, que aparece en sus poemas con el nombre de Lesbia.

En sus poemas también se refleja una relación homosexual (hábito muy común en aquellos tiempos greco-romanos) con un joven llamado Juvencio.

La originalidad de Catulo es por haber sido el primero en haber iniciado la elegía romana con sus rasgos específicos de subjetividad, autobiografismo e intimidad, menos presentes en sus correlatos griegos.

Contamos, en la actualidad con 116 poesías suyas.

Hemos elegido un bellísimo poema y de gran destreza formal para su posterior comentario:

V

Vivamos, Lesbia mía, y amémonos,
y las murmuraciones de los adustos viejos
pensemos que no valen ni el peor céntimo.
Los días pueden morir y renacer de nuevo;
nosotros, una vez extinta nuestra breve luz,
habremos de dormir una sola noche perpetua.
Dame, pues, mil besos y después cien,
otros mil después, y por segunda vez otros ciento,
después mil sin parar, y después cien de nuevo
y cuando nuestra cuenta haya sumado
muchos miles, embrollémosla, no los contemos,
para que ningún envidioso pueda causarnos desgracia
al saber que han sido tantos, tantos, los besos.

El poema es autobiográfico, bello, ardiente y redondo, casi perfecto desde el punto de vista formal.

En su trabajo «Psicología de las masas y análisis del yo», Freud introduce un apartado, que recomendamos leer , llamado Enamoramiento e hipnosis.

Allí va a decir que en el proceso de enamoramiento el sujeto deposita en el otro su ideal del yo, y agregamos, haciéndose casi esclavo del ser al que apunta el enamoramiento, como el hipnotizado del hipnotizador. Las corrientes tiernas del amor, coartadas en su fin sexual, se unen a las sensuales provocándose la ardiente pasión destinada a durar poco tiempo.

No es como en el caso del amor, que puede durar para siempre y está dirigido al Saber, donde no se deposita el Ideal del yo; el amor es menos narcisista que el enamoramiento.

En el enamoramiento ocurre lo mismo que lo que suele suceder entre las masas y el líder, las masas depositan en su líder el ideal del yo, empobreciéndose.

El amor produce riqueza, el enamoramiento empobrecimiento y enceguecimiento, una lucidez se pierde que bien puede conservarse en al amor.

Recomendamos la lectura de los poemas de Catulo ya que es un gigante de las letras latinas y tiene una vigencia que sorprende, además de su belleza formal.