El Marqués de Sade, que era noble pero estaba contra la nobleza francesa, estuvo en la cárcel durante la Revolución Francesa y desde allí en uno de sus libros instó a sus compatriotas a hacer la revolución y derrocar el régimen. Sus libros más recomendables son La Filosofía en el Tocador y Justine, aunque hay más. Fue un revolucionario muy perverso del cual Freud extrajo el nombre de sadismo. Que consiste en infligir al otro con deseo un dolor o dolores. El deseo sexual de hacer daño a otro.

El sadismo es un componente normal, para Freud y sus seguidores, de la sexualidad, pero cuando se hace muy manifiesto y opta por el mecanismo de la renegación de la castración, se transforma en perversión. Para Lacan, el sadismo es una renegación de lo básico , lo que está en la base en todo ser humano que es el masoquismo. El término masoquismo deviene del nombre del Barón Sacher von Masoch, y consiste en el placer sexual obtenido al ser castigado, humillado o agredido por otro. El masoquismo es el placer sexual obtenido por el dolor infligido por otro en uno mismo.

El masoquismo también es un componente normal de la sexualidad para el psiconálisis, pero cuando se convierte en perversión se destaca porque el paciente sólo y exclusivamete siente placer sexual cuando le dan dolor.

Para Jacques Lacan el sádico y el masoquista se convierten en objetos de la pulsión invocante (La Voz). Una de las cuatro pulsiones que Lacan trabaja en su seminario nº 11.

En los films del cineasta español Luis Buñuel suelen aparecer ejemplificadas estas dos perversiones: tanto el placer de humillar o maltratar , como el de ser humillado o maltratado.

No hay que confundir ésto del masoquismo con lo que suele ocurrirles a las mujeres maltratadas, víctimas de maltratadores: ellas no sienten placer en ello, sólo que están como hipnotizadas por el terror que les produce su maltratador. En cambio el masoquista perverso verdadero, goza con el dolor que le procuran, y obtiene su orgasmo solo si hay dolor y humillación; a la inversa, el sádico obtiene su orgasmo al humillar o procurar dolor a su partenaire.

Frecuentemente la pareja sado masoquista no se sostiene, los partenaires acaban despreciándose o denigrándose tanto que ya no pueden continuar juntos.

Rara vez solicitan ayuda terapéutica, ya que las perversiones tienen la característica de ser altamente estables, y el sujeto no quiere cambiar su manera de gozar por otra.

Estas perversiones no son exclusivas de una clase social, sino que las abarca a todas por igual, con las mismas carácterísticas.

En cuanto al componente normal sado-masoquista de la sexualidad, Freud se refiere, de que en el varón hay cierto placer sádico en la penetración y en la mujer hay cierto placer masoquista en ser penetrada, aunque no por ello hablamos de un exceso perverso. No confundamos masoquismo con feminidad, ni sadismo con masculinidad.

Para Freud, cuando declina el Complejo de Edipo, alrededor de los 5 o 6 años, estas pulsiones sado-masoquistas se reprimen y en su lugar aparece el dique sexual normal que es la piedad.

La piedad es la forma de sublimar el sado-masoquismo, por eso es muy importante para mantener la salud mental.

Por último podríamos recomendar el trabajo de Lacan “Kant con Sade” donde Lacan se explaya sobre las diferencias entre ambos, sobre la moral y sobre, en última instancia la imposibilidad en el sadismo que es alcanzar su objeto, dice Lacan (recordando al Marqués de Sade): “violada y cosida, la madre está prohibida”.