Sarah Grilo nació en Buenos Aires en 1921 y murió en 2007.

Fue una de las protagonistas más relevantes del Grupo de Artistas Modernos de Buenos Aires, núcleo renovador del arte argentino de orientación abstracta. Becada por la Fundación Guggenheim de Nueva York, residió y expuso en ésta ciudad durante la década del 60, donde desarrolló un sutil grafismo, aprovechando de manera pionera no poco los graffiti murales urbanos.

Después, pasó temporadas en París, donde expuso de manera constante, como en la mayor parte de las ciudades de Europa y América.

Comenzó a trabajar con su marido, José Antonio Fernández Muro,con la pintura expresionista figurativa, pero fue evolucionando hacia formas abstractas.

Los rasgos más notables de sus obras son , un gran conocimiento técnico y una extremada sensibilidad cromática, además de su enorme originalidad.

Hay una colección suya en el banco Santander, Madrid , España.

Si nos detenemos a mirar sus cuadros aparece lo que plantea Lacan de que un cuadro actúa como un espejo que captura miradas. Un cuadro es «un captura miradas». En su superficie se halla , escondido tras la belleza el objeto causa del deseo (a , minúscula), y quedamos allí capturados, como se nota muy bien en la obra de esta gran pintora argentina.

Nos puede despertar un sin fin de emociones diferentes, pero es fundamentalmente su belleza lo que nos prende y queda nuestra mirada capturada en el cuadro. Belleza que es envoltura de la causa del deseo, como ya dijimos del objeto «a» minúscula para Lacan.

Hay mucho de espejo en un cuadro de ésta pintora, por ésto la hemos, (entre otras razones ) elegido.

Se trata de una gran singularidad y de un gran talento rupturista.