Harold Pinter nació en Londres en 1930 en el seno de una familia de clase media baja judía, su padre era sastre y su madre ama de casa, y murió en el 2008.

Fue conocido mundialmente por sus intensas obras de teatro en donde el silencio y la amenaza están a cada momento a punto de romper en violencia.

Ha sido también guionista, actor, director y prodigioso poeta, ganador del Premio Nobel en el 2005.

Notable es su preocupación por los derechos humanos y la guerra, desde las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki en 1945 hasta los conflictos de Agfanistán e Irak.

Fue objetor de conciencia multado por negarse a cumplir el servicio militar.

Además del Nobel, recibió más de 50 premios.

Hemos escogido un hermoso poema para su comentario, del libro Poemas que es una compilación de lo mejor de su obra de Colección Visor de Poesía, con la excelente traducción de John Lyons.

Transcribimos el poema:

Poema

Lo visto son sonidos pero no el cuadro cretino:
Arpía a cuatro gaviotas con quejido de rascón,
Sentimentaloide sometida con su muy mimada mandíbula.
¿Qué falta hace, cereza, gato, o chacal,
Para taponear las tripas con recuerdo de juventud,
Un pregonar Fin de Mundo con una lágrima debilitante?
El tieso embustero con sus bolas de sentimiento
Alzado como con gata tal cuchillo en el ruinoso muelle.

El césped está veteado por la guadaña de una estrella.
Sólo tú, sólo yo, estamos acostados con vida aquí.

Podemos apreciar, como en su teatro el silencio y lo amenazante, lo sutil,la belleza desolada, el triunfo de Tánatos, de la destrucción de la vida y la naturaleza.
Sin embargo deja al final una estela de esperanza «Sólo tú, sólo yo, estamos acostados con vida aquí», «con vida», esto es: Eros.

El poema es desolador y remite a la guerra y la muerte, a las bombas atómicas que él tanto combatió. Pero parece rescatar , en medio de ese páramo desolador de muerte, la vida de dos amantes: el amor, Eros.

Se trata no sólo de un gran dramaturgo, innovador y radical en su apreciación del hombre , sino también de un gran poeta, que demuestra creer en el triunfo de Tánatos en el ser humano. Al decir de Freud: Tánatos triunfa al final de la vida sobre Eros.