Stéphane Mallarmé nació en Paris en 1842 y murió en Valvins en 1898.

Es uno de los más grandes poetas representando la cúspide del decadentismo y la superación del simbolismo francés y un antecedente de las vanguardias del siglo XX cuya influencia llega hasta nuestros días.

Músicos como Debussy componen para él partituras, en este caso la pieza de orquesta “Preludio para la siesta de un fauno” basado en un poema de Mallarmé.
Sus poemas oscuros, que suelen girar en torno a un símbolo, adquieren su sentido, más por sus resonancias que por su intelegibilidad.

Mallarmé no se dirige tanto a la inteligencia y no es muy accesible por ella. Su poesía apunta a la imagen sobre el papel vacío (de ahí que los blancos sean tan importantes como en su famoso poema “Un golpe de dados”) como a la música.

No es un poeta realista, posee un ritmo y un vocabulario muy poco comunes por eso es difícil de traducir.

Dijo de él André Gide: “ todo el mundo culto sabe hoy que Mallarmé acertó en llevar el verso clásico a un grado de perfección sonora, de belleza plástica e interior, de poder mágico que aún no había alcanzado, y creo que no alcanzará otra vez”.

Vamos a transcribir un poema que leyó para una tertulia literaria como salutación a los poetas presentes:

Saludo

Nada, esta espuma: verso es
virginal: apenas la copa.
Tal se hunde, lejos, la tropa
de sirenas; cuál, de revés.

Así boga nuestro bauprés,
oh amigos: mientras yo en la popa,
vuestra proa en fausto galopa
de invierno y rayos al través.

En gozosa embriaguez me ayudo,

y – sin miedo a tumbo y procela-
os lanzo de pie mi saludo:

-soledad, arrecife, astro-
a cuanto valgan nuestro rastro
y el blanco afán de nuestra vela.

Retomamos un tema psicoanalítico que vimos en un artículo anterior: el trazo de la letra en el vacío del papel en blanco, que representa el vacío del ser humano, ese vacío del “entre dos muertes” que anticipa la muerte final, siendo la primera muerte, ese vacío.

Mallarmé se destacó por su soledad y su casi celibato, y así se conecta profundamente con este vacío interior que deja la castración en todos los seres humanos.

Este vacío interior está representado por la hoja en blanco y las letras, la palabra representan el papel sublimatorio del lenguaje en el ser.

Sublimación que hace que cada palabra tenga un peso propio, como en el discurso del psicoanalista, que esté muy sopesada y apunte a las resonancias más que a caer en la intelectualización alienante.

Por esto decíamos que Mallarmé poco se dirige a la inteligencia.

Por esto también son muy importantes las imágenes de una gran belleza plástica y la musicalidad de las palabras, por las resonancias que despierta, que es lo mismo que hace la palabra del analista sobre el paciente: despertar resonancias.

Sin duda Mallarmé es uno de los más grandes poetas de la Historia de la Literatura y no se puede dejar de leerlo, en particular el poema “Jamás un golpe de dados abolirá el azar”, que no pudimos analizar aquí por razones de espacio.