El gran poeta español nació en Córdoba en 1561 y murió allí en 1627.

Poeta y dramaturgo del Siglo de Oro, posee una vasta obra inventando el gongorismo o culteranismo.

Su obra fue aclamada ya en su época e influyó sobre toda la literatura que vino más tarde.

Era hijo de un juez y de una señora de la nobleza, estudió en la Universidad de Salamanca ( la bella ciudad), tomo órdenes menores en 1575 y fue canónigo beneficiado de la catedral de Córdoba, donde fue varias veces amonestado.

Es conocida su enemistad con Quevedo a quien acusó de imitarlo. Pero Quevedo era más bien conceptista, aunque también barroco.

No publicó sus obras, sino que sus manuscritos fueron pasando de mano en mano hasta su muerte donde se dieron a publicidad algunos de ellos.

Era un músico de la palabra, introduciendo muchos cultismos y una sintaxis basada en el hipérbaton y en la simetría.

Para que podamos medir el alcance de su legado: la estética barroca se llegó a llamar gongorista.

 

 

Transcribimos un bello y famoso soneto de su época ya madura ( 1594):

 

“De un caminante enfermo que se enamoró donde fue hospedado”

 

Descaminado, enfermo, peregrino

en tenebrosa noche, con pie incierto,

la confusión pisando del desierto,

voces en vano dio, pasos sin tino.

 

 

Repetido latir, si no vecino,

distinto oyó de can siempre despierto,

y en pastoral albergue mal cubierto

piedad halló, si no halló camino.

 

 

Salió el Sol y, entre armiños escondida,

soñolienta beldad con dulce saña

salteó al no bien sano pasajero.

 

 

Pagará el hospedaje con la vida;

más le valiera errar en la montaña

que morir de la suerte que yo muero.

 

 

Desde varios puntos de vista, es mucho lo que podemos decir de este soneto. Haremos un recorte psicoanalítico para ver que se trata de un hombre no guiado por la Ley sino por el principio del placer, que lo hace errar, y andar a la deriva.

La Ley es lo que viene a ponerle coto al principio del placer que nos lleva a cualquier parte, a la deriva, y es la ley del deseo la que nos salva de esta errancia que aquí, en el poema concluye en un asalto mortal.

Otro rasgo a destacar , psicoanalíticamente hablando es el de la mujer hermosa como símbolo de la muerte, la mujer que representa a la muerte, como otras veces representa a la tierra.

Freud, en su trabajo de “Más allá del principio del placer” se detiene a hablar de este principio errático que aunque parece la panacea puede extraviarnos, y habla también de su “más allá”.

Para Freud el puro placer no es la salvación para ningún ser humano, conduce a perdernos. Es esta una de las novedades que introduce Freud siguiendo a filósofos como Kant.

Invitamos a leer estos textos muy provechosos para entender el funcionamiento del aparato psíquico: solo el inconsciente se rige por el principio del placer pero no hay que olvidar el de realidad.

Por último, queremos subrayar la belleza y vigencia de este poema tras tantos siglos transcurridos, los grandes poetas se destacan por esto.