El gran poeta argentino nació en Avellaneda en 1949 y murió en San Pablo, Brasil, en 1992.

Sufrió varias persecusiones por la dictadura militar argentina debido a su orientación troskista, hasta que tuvo que exiliarse.

Su poesía neobarroca, o neobarrosa (un término acuñado por él), es desaforada y heredera del espíritu corrosivo de José Lezama Lima, Osvaldo Lamborghini y Severo Sarduy y refleja “las auríferas pompas del barroco cubano chapoteando, al transmigrar, en la lama del estuario”.

Militante del Frente de Liberación Homosexual (FLH), seguidor de la religión de Santo Daime, ensayista, Perlonguer nos dejado una obra poética que da cuenta de los compromisos, a veces contradictorios, pero consecuentes, arraigada en su época.

Vamos a trancribir, para su comentario, un bello poema de su Poesía Completa, dice así:

 

 

El Mal de Sí

 

 

 

Detente, Muerte:

tu infernal chorreando

escampar hace las estanterías,

la purulenta salvia los baldíos,

de cremoso torpor tiñe y derrite

ausentando los cuerpos en los campos:

los cuerpos carcomidos en los campos barridos por la lepra.

 

 

Ya no se puede disertar.

 

 

Ve, muerte, a tí.

Enconchate sin disparar el estallido de la cápsula.

Escondida que no seas descubierta.

Pues una vez presente todo lo vuelves ausencia.

Ausencia gris, ausencia chata, ausencia dolorosa del que falta.

 

 

No es lo que falta, lo que sobra, lo que no duele.

Aquello que excede la austeridad taimada de las cosas

o que desborda desdoblando la austeridad del alma prisionera.

 

 

Mientras estamos dentro de nosotros duele el alma,

duele ese estarse sin palabras suspendido en la higuera

como un noctámbulo extraviado.

 

 

Notamos la profundidad , el neobarrosismo y la belleza del poema. Al final nos habla del “dolor de existir”, ya nos hemos referido a ello en otras ocasiones pero conviene repetirlo: para Freud, desde “El Proyecto de una psicología para neurólogos” hemos perdido ese paraíso de un objeto que nos completaría y el deseo humano quiere retornar a la primer experiencia de satisfacción inútilmente, ya que de hacerlo abriría las puertas a la alucinación, lo cual, en lugar de placer, generaría dolor.

Pero el poeta también habla de algo que sobra, que no duele, y es el exceso de la vida, aquello que si no existiera la muerte nos haría reventar: la muerte como salida del dolor.

Sin embargo para él la muerte todo lo vuelve ausencia y le pide que se quede escondida, escondida como está para el humano en la realidad, no haría falta que se lo pida.

Por último queremos recomendar toda la obra de este gran poeta, un hombre que sufrió mucho en vida y que dejó una obra excelente y para no olvidar.