Pedro Calderón de la Barca ( Madrid 1600-1681) sacerdote jesuita y caballero de la Orden de Santiago, uno de los literatos fundamentales del Siglo de Oro, particularmente por su teatro donde en la comedia barroca adquieren importancia la escenografía y la música, integrando todas las artes, adquirió un fuerte racionalismo de Santo Tomás y su pesimismo, muy acusado, sólo fue aminorado por su fé en Dios.

Vamos a transcribir un fragmento de entre su vasta obra, de “La vida es sueño” (1636) para su análisis porque es premonitorio y se anticipa en mucho a nuestra época.

 

 

Dice así:

 

 

 

Es verdad. Pues reprimamos

esta fiera condición,

esta furia, esta ambición,

por si alguna vez soñamos:

y sí haremos, porque estamos

en mundo tan singular,

qué vivir sólo es soñar;

y la experiencia me enseña

que el hombre que vive sueña

lo que es hasta despertar.

Sueña el Rey que es Rey, y vive

con este engaño mandando,

disponiendo y gobernando;

y este aplauso, que recibe

prestado, en el viento escribe

y en cenizas le convierte

la muerte: ¡desdichada fuerte!

¡ Que hay quien intente reinar,

viendo que ha de despertar

en el sueño de la muerte!

Sueña el rico en su riqueza

que más cuidados le ofrece;

sueña el pobre que padece

su miseria y su pobreza;

sueña el que a medrar empieza

sueña el que afana y pretende;

sueña el que agravia y ofende;

y en el mundo, en conclusión,

todos sueñan lo que son

aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí

destas prisiones cargado

y soñé que en otro estado

más lisonjero me ví.

¿Qué es la vida? Un frenesí,

¿Qué es la vida? Una ilusión,

una sombra, una ficción,

y el mayor bien es pequeño;

que toda la vida es sueño,

y los sueños, sueños son.

 

 

 

Siglos después, el psicoanalista francés, seguidor de Freud, Jacques Lacan, llega a la misma conclusión que Calderón: estamos dormidos, la vida es un sueño que sólo se interrumpe por un brevísimo lapso con el despertar a la muerte. Pero que es un despertar pasajero, para seguir durmiendo…

Podremos creer o no en Dios, pero estamos dormidos, dormimos en nuestras fantasmas que nos sostienen, dormimos en el olvido (represión) , que nos salva de la angustia y la melancolía; y duerme también el melancólico aunque se la pase pensando en la muerte, ya que no hay registro inconsciente de ella.

Esto es un Universal: todos los hombres sueñan ,duermen, y se engañan, por más despiertos que parezcan.

Recomendamos la lectura de Calderón ya que su obra es de una profundidad que impresiona, siglos después y de una vigencia inusitada.